lunes, 12 de octubre de 2020

OCTUBRE: MES MORADO, MES DE PENITENCIA Y CUARESMA PERUANA 1ro, 3ro y 5to


 OCTUBRE: MES MORADO, MES DE PENITENCIA Y CUARESMA PERUANA

El mes de octubre, en nuestro país, es un mes muy peculiar pues encontramos en las calles algunos dulces por degustar, celebraciones y tradiciones enraizadas y  que se desarrollan en estas fechas, entre éstas están: los famosos turrones de doña Pepa, los anticuchos, la mazamorra morada, los picarones y otros platillos de nuestra gastronomía, así como que revivimos un acontecimiento sucedido a medidos de 1650, cuando una cofradía de esclavos procedentes del áfrica plasman una imagen en un muro de adobe y ven en ella la acción milagrosa de Dios que tras las catástrofes de los años siguientes como el de 1746 se mantuvo en pie,

Pero no solo se trata de revivir esta época, este recuerdo y esta memoria, sino que además en nuestra tierra tiene un significado aun mayor, pues se contempla la imagen del Cristo en la cruz, que murió por cada uno de nosotros y que nos muestra su amor en tan sublime acto, ofreciendo su vida como sacrificio y es por esta misma razón  que no nos debemos alejar de ese sentido trascendental como es el amor, el servicio, la entrega, la igualdad, el perdón y la acogida

Esta realidad antes mencionada, la comprendieron y contemplaron muy bien los originarios de esta tradición, los negros de Angola, que vieron identificado su dolor y sufrimiento en el rostro de Cristo, no se limitaron solo a contemplar el dolor, sino que su visión sobrepasa esta escena para alcanzar el sentido del amor y del sacrificio, y asumen que ese dolor vivido por Cristo era para que exista el amor entre los hombres, el perdón entre unos y otros y el servicio y la entrega total a favor de los mas débiles.

Esta tradición que comenzó entre esclavos, llego a las esferas de las “familias importantes de la Lima colonial” tanto así que el mismo virrey Conde de Lemos se hace parte de esta devoción.

Otra peculiaridad de esta fecha es el color morado del habito, recibido de la hermanas del beaterio de las nazarenas, a quienes se los confió el cuidado de esta imagen.

Sera casualidad o no, pero el color morado tiene  gran significación dentro de la tradición de la iglesia,  simboliza la penitencia y la conversión, lo vemos dentro del calendario litúrgico durante el tiempo de cuaresma que es un tiempo de reflexión,  invitando a la conversión, al cambio de vida, por medio de la penitencia, la oración y el ayuno. Es también el tiempo de contemplación; contemplamos y meditamos el amor a Dios a la humanidad. Por ello los obispos del Perú, considerando lo grande es el arraigo en nuestra patria de la imagen del Señor de los Milagros, han visto por conveniente declarar el mes de octubre como mes penitencial, “mes de la cuaresma de los peruanos”. Efectivamente son numerosas las personas que durante este mes se acercan al sacramento de la reconciliación y participan en la Eucaristía

No es casualidad tampoco que en los orígenes de esta celebración y devoción, los negros angoleños encontraban la fortaleza, la fuerza y la expresión del amor, a través de la fraternidad, la solidaridad, del desprendimiento y la generosidad entre ellos. Era para ellos como la celebración de esa libertad que no se les reconocía, pero que ellos la expresaban en esta fiesta y procesión,  ellos encontraban detrás de esta imagen el reconocimiento de su dignidad, de su derecho a la expresión y a su identidad.

Encontraban además que Cristo era quien les confería sus derechos a la libertad e igualdad, tanto así que, lo que en un inicio se les quiso prohibir, termino siendo asumido por todos, y más aun, confirió cierto grado de igualdad entre los negros y los “hombres libres” de la época, era el llamado más grande a la igualdad y al reconocimiento entre todos, como hermanos, libres y dados al servicio, el uno del otro.

Actualmente un riesgo que corremos los cristianos es que nos quedemos en la imagen del Cristo doliente, colgado en el madero, en la figura de Cristo muerto en la cruz. El mes de octubre,  mes de la penitencia peruana, nos invita a la conversión, a dolernos del dolor de Cristo, sobre todo a conmovernos y sentir, los dolores del Cristo que está a nuestro lado, en nuestros hermanos que, como en tiempos del virreinato, los negros angoleños personificaban la esclavitud y la ausencia o negación de sus derechos fundamentales, así también hoy debemos conmovernos y buscar restituir los derechos a quienes se les ha quitado la libertad de hablar, de expresarse, a quienes se les privan de derechos fundamentales como el derecho a la vida, a la educación, a la salud, al trabajo, a quienes se les condena por un prejuicio, por una idea, por un concepto, por una origen étnico o geográfico,  

La penitencia peruana nos debe llevar a ver que la persona y figura de Cristo va mas allá de un lienzo, más allá de la imagen en una pared, debemos aprender a ver a Cristo en nuestro caminar diario en el rostro de nuestra madre que día a día da su vida y esfuerzo por los hijos, que muchas veces sufre el maltrato y/o la indiferencia social, es ver a nuestro padre que muchas veces por situaciones múltiples, se les ha marginado, se les exige trabajos excesivos y riesgosos sin el reconocimiento por los empleadores ni la remuneración adecuada, e incluso con la incomprensión por los miembros de la misma familia, es ver a nuestro hermano, que comparte nuestra mesa, a quien muchas veces, incomprendidos y lo juzgamos con calificativos peyorativos a causa de alguna situación particular, es ver a un hijo, a quien muchas veces dejamos casi en el abandono, centrados por nuestros asuntos particulares, por atender a nuestras amistades personalmente o en las redes sociales o por las exigencias laborales, sociales u otras. Es ver a nuestros abuelos, a los ancianos, a los enfermos, a los pobres, a los mendigos, a los necesitados, a los desempleados… es conmovernos, compadecernos y asumir un cambio de actitud, es ser “más humano”.

Pidamos al señor, que, al menos en octubre y a partir de éste, desaparezcan los enojos y los resentimientos que nos distancian. Él puede hacer que nuestros ojos sean de hermanos, para ver en el otro el rostro de su presencia escondida. No nos preocupemos tanto en extrañar como acompañarlo en las largas procesiones, sino centrémonos en cambiar nuestra vida, con la oración, con el ayuno y con la limosna, que este mes podamos darnos cuenta que no somos nosotros lo que acompañamos a Jesús en la procesión, sino que es Cristo quien nos acompaña y camina con nosotros a través de nuestro prójimo cercano, nuestra familia y de sus pequeños hermanos los más necesitados

Recuerden no existe Cristo sin cruz, y Cristo nos recuerda “el que quiera venir en pos de mi”… es decir, el que quiera llamarse cristianos hoy… “niéguese a si mismo tome su cruz y sígame”, y nos lo recuerda “en esto conocerán que son mis discípulos  por que se aman lo unos a los otros

cuando termines de leer comunícate con el docente para indicarte la actividad

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