domingo, 9 de agosto de 2009

ENTENDEMOS EL AMOR DE DIOS (5-2)


"TANTO AMO DIOS AL MUNDO QUE ENVIÓ A SU ÚNICO HIJO"


Para entender cual es el amor de Dios en nosotros, basta con aceptar la afirmación anterior de Juan, pero, no solo se trata de saber que Dios nos ama, sino que el amor de Dios es fiel y exige fidelidad, por ello desde el Antiguo Testamento, Dios deja una serie de leyes dictadas para la relación entre Dios y su Pueblo, y viceversa, "amaras a Yave tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt, 6,5) "ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios", es una muestra de cercanía, de confianza y de amor.

Los tres primeros mandamientos del decálogo, son una muestra de como ha de ser nuestro amor fiel a Dios. Si esto pudiéramos comprender y valorar en la extensión de su contenido, nuestra forma de actuar sería diferente.

Amar a Dios sobre todas las cosas: Sobre el poder, el placer, el éxito personal, el egoísmo, sobra la ambición... no es mas que darnos a comprender que Amar se salir de uno para centrar la vida en el ser amado.

No tomar el nombre de Dios en vano: Esto es el respeto que merece el ser amado, es no involucrarlo en asuntos falsos, inútiles o mezquinos, sino sobre todo ponerlos como testigo de la verdad, la justicia, la paz y la caridad.

Santificar las fiestas: Es la invitación y la obligación de un amante de participar de los gozos y alegrías del ser amado, gozarse con él, esto es hace suyo ese gozo, y por tanto no sentirse obligado a cumplirlo, sino llamado a disfrutar de esta.

Así entendemos que Jesús pone al hombre sobre el sábado, por que el sábado, era una ley que ataba, que provocaba una carga, que limitaba la propia libertad; y Dios no quiere eso, sino que se goza de la libertad, del bienestar y la felicidad del hombre, esto tiene sentido cuando comprendemos las palabras de Jesús "hay más gozo en el cielo por una pecador que se convierte que por 99 justos".

Cumplir los tres primeros mandamientos es disfrutar con gozo, del amor de Dios, es sentirse amado y retribuir ese amor con la fidelidad del mismo amor en esto se alcanza la perfección.

Todo el secreto de la santidad consiste en amar a Dios (San Alfonso María de Ligorio)

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