SAN JOSÉ CON SU VIDA CONSTRUYE UNA FAMILIA
LLENA DE AMOR Y
PAZ
Hoy, el ser varón se pone en tela de juicio y se duda tan solo por el hecho de ser
hombre. Pero tenemos un modelo de varón que debemos apreciar y seguir. No en
vano San José es patrono de la Iglesia universal.
Dios Padre le encomendó la tarea de
cuidado y protección de su amadísimo Hijo y de su Madre.
Aquí presentamos algunas virtudes de San
José
Hoy día la idea del padre es casi natural entenderla como un padre alejado de sus hijos. San José nos recuerda el verdadero sentido de la paternidad. La presencia del padre en la educación de los hijos es insustituible. San José con el niño en los brazos nos lo recuerda, un verdadero padre debe ser amoroso y protector del cual los hijos puedan aprender y crecer seguros.
San José tuvo que proteger y sostener
a María esperando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir
hacia Egipto, ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan del
día con el sudor de su frente.
El amor y fidelidad de San José es un signo contundente y firme frente a
la imagen de un varón infiel, lujurioso, egoísta e incluso violento, que es casi
común en nuestros días.
San José pasó todas las pruebas que
un esposo podría pasar: la duda frente a su propia
esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un
matrimonio casto. San José, era así como tú y como yo. Su virtud y fortaleza
son grandiosas y es prueba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios
y al amor de su familia puede hacer por medio de su gracia.
Relacionar masculinidad con violenta hace que la fortaleza física no sea
valorada como una virtud. Muchos niños crecen lejos de su padre y no pueden
aprender y valorar lo que es la virilidad.
San José pone al servicio de su familia esta fortaleza física natural,
una fortaleza que tiene como misión el proteger, el ayudar, el servir.
Conocemos a un San José siempre
fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente ni mucho menos insensible. Un
hombre que demuestra seguridad y jamás arrogancia ni soberbia. Un padre que
carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo.
El silencio de los varones es una característica bien conocida.
Incluso las esposas pierden la paciencia por los silencios prolongados de los esposos. San José también era un hombre silencioso, se dice que era el santo del silencio.
San José en el silencio escuchaba la voz de Dios, no era un silencio indiferente ni estéril. San José escuchaba,
meditaba en su corazón para poder tomar las mejores decisiones para su familia
y para él mismo.
En aquella época si el varón de la casa no trabajaba la familia no
subsistía. San José, carpintero de
profesión, trabajó siempre por el sustento y la seguridad de su familia.
Imagínense el camino que se habrá tenido que abrir en Egipto, sin familia, sin
apoyo de conocidos, como extranjero, tal vez víctimas de prejuicio y
discriminación, el trabajo de José era la única arma que tenían para subsistir.
De vuelta a Nazareth en su taller de
carpintero siguió trabajando incansablemente, fue labor que heredó a su hijo
para ayudar al sostén de su familia. San José es un gran ejemplo de tenacidad y
trabajo arduo en todo momento por el bien de los que ama.
6. El valor del buen discernimiento
Las respuestas apresuradas y decisiones impulsivas sobre todo en época
de crisis no son lo mejor. San
José, incluso en una decisión tan dura como la de aceptar el embarazo de su
prometida, decide repudiarla pero en secreto, meditando qué era lo que menos
iba a perjudicarla, lo que menos escándalo iba a levantar. No lo hace
apresuradamente, lo medita, lo «sueña», y en ese soñar escucha la voz de Dios a
través de un ángel que sale al encuentro y lo aconseja.
El valor del un buen discernimiento
tiene que ver con la prudencia, el silencio y la escucha a Dios. Este
escuchar a Dios que se va afinando a medida que estrechamos nuestra relación
con Él.
San José al momento de desposar a María debió haber tenido unos 18 o 20 años. San José en este sentido, asistido por la inmensa gracia de Dios nos enseña que el fundamento de la unión conyugal es la comunión de amor, ejemplo para todo matrimonio. La unión de esposos debe responder a esa comunión de amor, sin embargo la misión de María y José no estaba en relación a ellos mismos sino al mismo Jesús y a la iglesia Universal.
San José nos enseña que la familia en un ámbito para crecer en santidad. La santidad de José sucedió dentro de la familia. Los esposos son guardianes mutuos de la santidad de la familia. Es ahí donde el amor crece, en entrega, donde nos olvidamos de nosotros mismos y nos entregamos por completo.
Como nos decía el Papa Francisco:
«por medio de ella se concreta la capacidad de darse, el compromiso recíproco y
la apertura generosa a los demás, así como el servicio a la sociedad».
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