EL COMPROMISO RELIGIOSO Y LA ACCIÓN SOCIAL
A lo largo
de la historia de la humanidad y de la iglesia inclusive, se ha tenido una constante
tensión entre vida espiritual y vida social o una vida concreta en medio del
mundo. Más aún cuando se entiende por mundo, como lugar de pecado.
Además sepamos
que la iglesia desde sus orígenes estaba enmarcada en esta vida de doble acción,
una social y otra espiritual. Pues bien nos cuenta el libro de hechos de los apóstoles
"Acudían asidua mente a
la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las
oraciones." Hch, 2, 42, dice el texto, se reunían a la enseñanza de los apóstoles,
a la oración y a la fracción del pan, es decir tenían una vida nutrida de
espiritualidad, tenían a Cristo como centro en la celebración eucarística, tenían
la enseñanza de la vida y mensajes de Jesús por medio de los más indicados, los
apóstoles, y juntos oraban. Como podemos ver la acción espiritual siempre fue
una prioridad en la vida de cada creyente y de la comunidad.
Pero por
otro lado no descuidaban la acción social concreta, "Todos los que habían creído vivían
unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y
repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno."
Hch, 2,44-45 es aquí, donde había que tomar una decisión, una
postura y un compromiso, ser cristiano y parte de esta comunidad exigía renuncias
y entrega, así la iglesia comienza a formar los primeros ministerios, para la atención
de los pobres, los huérfanos y las viudas, otros para la atención de la
Eucaristía, no para hacer un distanciamiento y diferenciación o generar cierta supremacía
de uno sobre otro, sino para una mayor y mejor atención y eficacia en el
servicio.
Así van a
surgir las diferentes comunidades religiosas que trataran de complementar estas
dos acciones dentro de ellas mismas… es decir, sus tiempos y momentos para orar
y tiempos y momentos para trabajar en bien de la comunidad lo harán desde
dentro, sus horarios de oración y sus horarios de trabajo con la población ya
sea en la educación, hospitales, etc.
Pero esta práctica no solo queda dentro de los monasterios, seminarios o comunidades de sacerdotes, religiosas o religiosos, sino que a su vez se verá reflejada en lo que serán las comunidades laicales, comunidades formadas por personas creyentes, bautizadas, y que se agrupan tras la advocación de algún santo, santa, misterios o presencia de Jesús en algún celebración, y que tras la práctica de la fe en la Eucaristía, se proponen acciones de ayuda a sus comunidades y a la sociedad en su conjunto.
Desde este concepto, San Benito de Nursia, dejará una regla fundamental para los suyos y que se aplica hoy para nosotros, Ora et labora, que traducido sería “haz oración y trabaja”.
Bien nos
recomienda Santiago cuando nos plantea que hay que demostrar la fe pero en acciones
concretas, y es más, nos dice: "Hermanos, si realmente creen en Jesús, nuestro Señor, el Cristo
glorioso, no hagan diferencias entre personas."… "Si uno dice
que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa
fe? Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y
ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles
lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? Lo mismo ocurre con la fe:
si no produce obras, es muerta."
No basta
con decir que creo, pues Santiago nos recuerda… "¿Tú crees que hay un solo Dios? Pues muy bien, pero eso lo creen
también los demonios y tiemblan»." Lo importante es que se pueda notar tu fe en
hechos de amor y servicio.
Solo desde esta visión y
perspectiva podemos comprender lo que nos dice Jesús que “No hay amor más grande que
dar la vida” y la mejor forma
de dar la vida por el otro lo vemos en la parábola del Buen Samaritano. Les invito
pues a tener en sus oídos siempre estas
palabras dichas al maestro de la ley “ve y haz tú lo mismo”.
Toda acción hecha con fe y por fe debe ser una acción nutrida con amor y caridad, sin quejas ni refunfuñeos, porque si no le ponemos el amor del caso, de nada sirve… eso nos dice san Pablo, "Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve." 1Cor 13,3
Hagamos
el bien, comencemos por nutrirnos de la oración, contemplando la vida de Jesús,
para esto la Iglesia nos propone los misterios del Santo Rosario, y luego de
esto pongámonos al servicio de los demás, de los que tenemos en casa, ayudando
a papá, a mamá, a los hermanos, a los abuelitos. etc… hagámoslo con amor y fe, verán
que Dios dejara una huella imborrable en cada corazón y pondrá paz en sus
casas.