LOS PILARES DE LA IGLESIA DE CRISTO
SAN PEDRO
(Simón; Betsaida,
Galilea, ? - Roma ?, h. 64/67). Era un pescador del mar de Galilea, dejó su
casa de Cafarnaúm (año 27-29 aprox). Se une a Jesús en los primeros momentos de
su predicación; junto con su hermano Andrés, Santiago y Juan (hijos de Zebedeo)
San Pedro carecía de
estudios, Sin embargo se distinguió entre los discípulos por su fuerte
personalidad y su cercanía al maestro, convirtiéndose en portavoz del grupo. Por
los Evangelios podemos hacer un perfil completo de su personalidad. Pedro es
sencillo, generoso e impulsivo en sus intervenciones, terco en sus conceptos,
que a veces hace notar su incomprensión del mensaje del maestro. Jesús, muestra
por Simón una predilección que aparece desde el primer encuentro. Pedro
participaba en toda la actividad de Jesús, asistiendo incluso a episodios
íntimos de los que quedaban excluidos los demás apóstoles. En Cafarnaúm, Pedro
era casado, y Jesús cercano a la familia de Pedro
El sobrenombre de
Pedro se lo puso Jesús al señalarle como la «piedra» sobre la que habría de
edificar su Iglesia.(se cree que además del afecto de Jesús a Pedro, fue por el
carácter firme y tenaz de Pedro). Pedro afirmó la divinidad de Jesús: "Tú
eres Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt. 16, 16). Jesús juzgó la afirmación
como efecto de una iluminación de lo alto y dio a Pedro la máxima autoridad:
"Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado
eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo
que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia;... Te daré las
llaves del reino de los cielos. Y todo lo que atares sobre la tierra será
también atado en los cielos;…" (Mt. 16, 17-19). Se podría decir que fue
elegido por Dios mismo para esa misión.
Personalidad
impetuosa y hasta cierto punto atrevida a desafíos, tal es caso de pedir a
Jesús poder caminar sobre las aguas, al mismo tiempo es sincero poco reflexivo.
Pedro tuvo también momentos de debilidad, negó hasta tres veces a Jesús la
noche en que éste fue arrestado, sin embargo, reconoce su fragilidad y se
avergüenza de él mismo y su cobardía, llora su propia debilidad y el haberse
fallado a sí mismo y a su maestro, luego, arrepentido de aquella negación, su
fe ya no volvió a flaquear y, después de la crucifixión y la resurrección, fue
privilegiado con la primera aparición de Jesús y se dedicó a propagar sus
enseñanzas.
Tras la muerte de
Jesús (hacia el año 30 d. C.), San Pedro se convirtió en el líder indiscutido
de la comunidad de los primeros creyentes cristianos de Palestina durante
quince años: dirigía las oraciones, respondía a las acusaciones de herejía
lanzadas por los rabinos ortodoxos y admitía a los nuevos adeptos (incluidos
los primeros no judíos).
Hacia el año 44 fue
encarcelado por orden del rey Herodes Agripa, pero consiguió escapar y abandonó
Jerusalén, dedicándose a propagar la nueva religión por Siria, Asia Menor y
Grecia. En esa época, probablemente, su liderazgo fue menos evidente, (destacan
Pablo o Santiago). Asistió al Concilio de Jerusalén (48 o 49), en el cual apoyó
la línea de San Pablo de abrir el cristianismo a los gentiles, frente a quienes
lo seguían ligando a la tradición judía.
Los últimos años de
la vida de San Pedro pueden reconstruirse a partir de relatos posteriores a él.
Posiblemente se trasladó a Roma, donde habría ejercido un largo apostolado: la
Iglesia romana considera a San Pedro el primero de sus papas. Allí fue detenido
durante las persecuciones de Nerón contra los cristianos, y murió crucificado.
Las epístolas de San Pedro
Las dos epístolas de
San Pedro que se conservan forman parte del Nuevo Testamento. La primera fue
escrita en griego, tal vez en el año 64, y va dirigida a los hebreos dispersos
del Ponto, de Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Destaca en ella un parecido
de pensamientos, de expresiones y de enseñanzas con las epístolas de San Pablo.
Enérgica, vehemente y densa en sentencias, su estilo es conciso, elevado,
autoritario y dulce a un mismo tiempo. En ella da muchas exhortaciones,
San Pedro expone la
dignidad del cristiano, la sublimidad de su vocación y la santidad de la vida
que debe ser su consecuencia (I, 1-II, 10). Desde el capítulo II, 11 al IV, 6,
con graciosas comparaciones, el apóstol recomienda obediencia, paciencia,
respeto a la autoridad, amor a los enemigos y concordia entre los hermanos. La
tercera y última parte (IV, 7-V, 14) contiene instrucciones para una vida pura
y santa, primero para todos indistintamente y después para los pastores de
almas en particular. En toda la epístola está presente Jesús, con sus
padecimientos y sus consejos.
La segunda epístola,
escrita unos meses después, es como una continuación de la primera dirigida al
mismo público, según expresa el autor con las palabras. Se presume que San
Pedro la dictó poco antes de su martirio, como se puede deducir del apartado I,
14. En la primera parte (I, 1-21), San Pedro recuerda los principios generales
según los cuales deben los cristianos atenerse tenazmente a la doctrina
recibida y a la práctica de las virtudes. En la segunda (II, 1-22) condena
máximas y costumbres de los falsos doctores, y describe la perversión de mente y corazón en fuertes términos
y enérgico estilo. En la última (III, 1-13), ataca los frívolos argumentos con
que se proponen desacreditar la doctrina de los fieles.
SAN PABLO DE TARSO
(Saulo
de Tarso, también llamado San Pablo Apóstol; Tarso, Cilicia, h. 4/15 - Roma?,
h. 64/68) Apóstol del cristianismo. En su juventud destaco como perseguidor de
los cristianos y tras una milagrosa aparición de Jesús se convirtió en el más ardiente propagandista del
cristianismo, que lo extendió más allá del pueblo judío, entre los gentiles:
viajó por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina y escribió cartas a las
comunidades
Los
esfuerzos de San Pablo fueron decisivos en la rápida difusión del cristianismo
y en su posterior consolidación como una religión universal. Ninguno de los
seguidores de Jesucristo contribuyó tanto como él a establecer los fundamentos
de la doctrina y la práctica cristianas.
Biografía
Saulo
(hebreo) nació de una familia acomodada de artesanos, judíos fariseos que
poseían el estatuto jurídico de ciudadanos romanos. Después de los estudios
habituales en la comunidad hebraica, Saulo fue enviado a Jerusalén para
continuarlos en la escuela de los mejores doctores de la Ley, en especial en la
del famoso rabino Gamaliel. Adquirió así una sólida formación teológica,
filosófica, jurídica, mercantil y lingüística.
No
debió residir en Jerusalén en el momento de la crucifixión de Jesús; pero si en
el año 36, cuando fue lapidado el diácono Esteban, mártir de su fe. Tras la
educación que había recibido, y su rígida observancia de las tradiciones
farisaicas, Saulo era el más acérrimo perseguidor del cristianismo.
Los
jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y detener a
los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a esta ciudad, Saulo fue
objeto de una manifestación prodigiosa del poder divino: deslumbrado por una
misteriosa luz, arrojado a tierra y cegado, se volvió a levantar convertido ya
a la fe de Jesucristo (36 d. C.). Según el relato de los Hechos de los
Apóstoles y de las epístolas del propio Pablo, el mismo Jesús se le apareció,
le reprochó su conducta y lo llamó a convertirse en el apóstol de los gentiles (de
los no judíos) y a predicar entre ellos su palabra. Tras una estancia en
Damasco, se retiró algunos meses al desierto, haciendo así más firmes y
profundos, los cimientos de su fe. Cuando volvió a Damasco, fue atacado por los
judíos fanáticos, en el año 39 tuvo de abandonar clandestinamente la ciudad.
Se
dirigió a Jerusalén y se encontró con Pedro y los demás apóstoles, tuvo dificultades
pues lo recordaban como el perseguidor. Bernabé
lo avaló. Luego regresó a su ciudad natal de Tarso, donde vivió y predicó hasta
el año 43 cuando vino a buscarlo Bernabé y fueron enviados a Antioquía (Siria),
ciudad cosmopolita donde eran numerosos los seguidores de Jesús (allí se les dio
por primera vez el sobrenombre de "cristianos"), para llevar la ayuda
fraternal de la comunidad de Antioquía a la de Jerusalén.
Junto
a Bernabé, inició desde Antioquía su primer su viaje a Chipre (año 46) y localidades
del Asia Menor. En Chipre, abandonó su nombre de Saulo para adoptar por el de
Paulus, su condición de ciudadano romano
le benefició para llevar el evangelio a los gentiles y el mensaje de Jesús se convertiría
en lenguaje universal.
Su
predicación en las diversas comunidades judaicas; terminaba casi siempre en un
fracaso. Mucho más eficaz era su palabra entre los gentiles que nada sabían del
judaísmo. En este primer viaje recorrió, Chipre, algunas regiones apartadas del
Asia Menor. Creó centros cristianos en Perge (Panfília), en Antioquía de
Pysidia, en Listra, Iconio y Derbe de Licaonia. El éxito fue notable; pero
también fueron numerosas las dificultades. En Listra escapó de la muerte sólo
porque sus lapidadores creyeron erróneamente que ya había muerto.
Luego
del primer viaje, vivió en Antioquía por un año (49-50 d. C.), de ahí fue a
Jerusalén para el "Concilio de los Apóstoles". Que trataría
cuestiones difíciles como establecer o rechazar la obligatoriedad de la práctica
de los leyes judías para los que se convertían del paganismo. San Pablo
defendió que la redención operada por Cristo marcaba el fin de dicha ley y
rechazó la obligatoriedad de numerosas prácticas judaicas.
En
su segundo viaje (50-53) fue a las comunidades de Anatolia, Galatia después marchó a
Macedonia y Acaya. Luego a Filippos, Tesalónica,
Berea, Corinto y Atenas fue visitada por San Pablo, quien pronunció allí el
famoso discurso del Areópago, en el que combatió la filosofía estoica.
En
su tercer viaje (53-54-58) inició la visita a las comunidades del Asia Menor y
continuó por Macedonia y Acaya, pero como centro principal fue escogida la gran
ciudad de Éfeso. Allí permaneció durante casi tres años, trabajando con un
grupo de colaboradores. Fue un apostolado muy provechoso, pero también lleno de
fatigas para San Pablo:
Últimos
años
Cuando
Pablo se dirigió a Jerusalén para entregar una colecta a aquella pobre iglesia,
fue encarcelado y enviado al procónsul romano Félix de Cesarea. Allí estuvo dos
años bajo custodia militar. Decidieron embarcarlo, con destino a Roma, donde los
tribunales de Nerón decidirían sobre él (60-61). De los años 61 a 63 vivió San
Pablo en Roma, parte en prisión y parte en una especie de libertad condicional
y vigilada, en una casa particular.
Lo
dejaron en libertad, pues los tribunales consideraban no consistente ninguna de
las acusaciones hechas contra él, entonces, reanudó su ministerio; anduvo por
Creta, Iliria y Acaya; quizá también en España.
En
el año 66, cuando se encontraba probablemente en la Tréade, San Pablo fue
nuevamente detenido por denuncia de un falso hermano. Desde Roma escribió la
más conmovedora de sus cartas, la segunda Epístola a Timoteo, en la que expresa
su único deseo: sufrir por Cristo y dar junto a Él su vida por la Iglesia.
Encerrado en la cárcel, vivió los últimos meses de su existencia iluminado
solamente por esta esperanza sobrenatural. Se sintió humanamente abandonado por
todos, fue condenado a muerte; pero como era ciudadano romano, fue decapitado
con la espada. Ello ocurrió probablemente en el año 67 d. C. Según una
tradición, en la abadía de las Tres Fontanas que sería el lugar de la
decapitación.
ACTIVIDAD
1.- LEE EL PRESENTE TEXTO Y EXTRAE LOS DATOS MAS IMPORTANTES DE LA
VIDA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
2.-ELABORA UNA HISTORIETA CON LA INFORMACIÓN RECABADA